En algún momento, las reservas tocaban un nivel mínimo crítico que ya no permitía el normal pago de las importaciones y de los créditos externos, lo cual generalmente desataba el golpe de gracia: un ataque especulativo de inversores que apostaban a que el tipo de cambio era insostenible en el que caían aún más las reservas, lo que llevaba a que la devaluación fuera inevitable.

