En los campos de concentración, en aquel laboratorio vivo, en aquel banco de pruebas, observamos y fuimos testigos de la actitud de nuestros compañeros: mientras unos se comportaron como cerdos, otros lo hicieron como santos. El hombre goza de ambas potencialidades. De sus decisiones, y no tanto de las condiciones, depende cuál de las dos sale a la luz.