Cuanto más se olvida uno de sí mismo —al entregarse a una causa o a la persona amada—, más humano se vuelve y más perfecciona sus capacidades. Por el contrario, cuanto más se empeña el hombre en conseguir la autorrealización, más se le escapa, pues la verdadera autorrealización es el efecto profundo del cumplimiento del sentido de la vida.

