El hombre que se dejaba vencer por la ausencia de futuro ocupaba su mente con pensamientos retrospectivos. Ya me he referido a la tendencia a refugiarse en el pasado para apaciguar el horror del presente haciéndolo menos real. Pero despojar al presente de su realidad acarrea ciertos riesgos. Aplacado por esa irrealidad, el prisionero dejaba de realizar acciones positivas en el campo de concentración, y esas oportunidades eran reales, existían de verdad.