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El silencio sólo es oportuno en lenguas en conserva, o en boca de una doncella casta e indomable.
Sylock Venid a casa de un escribano, donde firmaréis un recibo prometiendo que si para tal día no habéis pagado, entregaréis en cambio una libra justa de vuestra carne, cortada por mí del sitio de vuestro cuerpo que mejor me pareciere.
La clemencia no quiere fuerza: es como la plácida lluvia del cielo que cae sobre un campo y le fecunda; dos veces bendita porque consuela al que la da y al que la recibe.
Primero me enseñasteis a mendigar, y ahora me enseñáis cómo se responde a un mendigo.

