En estas imaginaciones iba todo ocupado, cuando Sancho le dijo: –¿No es bueno,3 señor, que aún todavía traigo entre los ojos las desaforadas narices, y mayores de marca,4 de mi compadre Tomé Cecial? –¿Y crees tú, Sancho, por ventura, que el Caballero de los Espejos era el bachiller Carrasco, y su escudero, Tomé Cecial tu compadre? –No sé qué me diga a eso

