Pasmose el duque, suspendiose la duquesa, admirose don Quijote, tembló Sancho Panza, y, finalmente, aun hasta los mesmos sabidores de la causa se espantaron.28 Con el temor les cogió el silencio, y un postillón que en traje de demonio les pasó por delante,29 tocando en vez de corneta un hueco y desmesurado cuerno, que un ronco y espantoso son despedía.

