Y, así, ¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado,5 antojadizo y lleno de pensamientos varios6 y nunca imaginados de otro alguno,7 bien como quien se engendró en una cárcel,8 donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?

