–Con todo eso, querría –dijo Sancho– que vuestra merced dijese a maese Pedro preguntase a su mono si es verdad lo que a vuestra merced le pasó en la cueva de Montesinos, que yo para mí tengo, con perdón de vuestra merced, que todo fue embeleco y mentira, o por lo menos cosas soñadas. –Todo podría ser –respondió don Quijote–, pero yo haré lo que me aconsejas, puesto que me ha de quedar un no sé qué de escr

