–No sé lo que te diga, hijo –respondió don Diego–; sólo te sabré decir que le he visto hacer cosas del mayor loco del mundo y decir razones tan discretas, que borran y deshacen sus hechos: háblale tú y toma el pulso a lo que sabe, y, pues eres discreto, juzga de su discreción o tontería lo que más puesto en razón estuviere, aunque, para decir verdad, antes le tengo por loco que por cuerdo.

