que también los pobres virtuosos y discretos tienen quien los siga, honre y ampare como los ricos tienen quien los lisonjee y acompañe. Lleváronse consigo a don Quijote, estimándole por hombre de valor y de pelo en pecho. A solo Sancho se le escureció el alma, por verse imposibilitado de guardar la espléndida comida y fiestas de Camacho,46 que duraron hasta la noche; y así, asendereado y triste, siguió a su señor, que con la cuadrilla de Basilio iba, y así se dejó atrás las ollas de Egipto,47 aunque las llevaba en el alma, cuya ya casi consumida y acabada espuma, que en el caldero llevaba, le
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