Naird

63%
Flag icon
Pero ¡le amo! —gimoteó Juliet. —Pues no pasa nada, quédate aquí —dijo Glenda—. ¿Os habéis besado, siquiera? —¡No! Él nunca acaba de decidirse. —A lo mejor es uno de esos caballeros a los que no les gustan las damas —señaló Pepe con tono remilgado.
El atlético invisible
Rate this book
Clear rating
Open Preview