Naird

61%
Flag icon
Ponder lo dejó caer y sonó un doble «¡gloing!» cuando rebotó en los adoquines. Y entonces lo chutó. Como patada fue bastante blandengue, pero ningún ocupante de la plaza había pateado nunca nada ni siquiera a una décima parte de esa distancia, y todos los varones corrieron a por la pelota, impulsados por un antiguo instinto. Han ganado, pensó Glenda con desánimo. Una pelota que hace gloing cuando las otras hacen cloc… En fin, no hay color.
El atlético invisible
Rate this book
Clear rating
Open Preview