Naird

70%
Flag icon
No irá a causarle problemas al señor Huebo, ¿verdad? —dijo—. Porque si lo hace, señor Ottomy… —se inclinó hacia delante— nunca más se sabrá de usted. —No debería amenazarme así —dijo el cancelero. —Tiene razón, no debería —dijo Glenda—. Tendría que haber dicho que nunca más se sabrá de ti, pedazo de imbécil falso y miserable. Ve a chivarte al archicanciller y verás lo bien que te va.
El atlético invisible
Rate this book
Clear rating
Open Preview