Esa mujer que metieron en la Guardia el mes pasado, sin ir más lejos —dijo la anciana—. La rara que venía de Efebia o así. El otro día una ráfaga de viento se le llevó las gafas de sol y tres personas se convirtieron en piedra. —Es una medusa —dijo Glenda, que había leído la noticia en el Times—. Pero los magos consiguieron reconvertirlos en personas.