No han visto lo que ha pasado, señoritas, no han visto dónde está el balón y no se moverán lo pida quien se lo pida, ¿de acuerdo? Mientras el público abucheaba y animaba, sacó una lata de su bolso y la sostuvo en alto. —¡Pelota perdida! —chilló—. ¡Pelota sustituta! —Y lanzó la lata directamente hacia el cancelero, que tuvo reflejos suficientes para pasársela a Huebo de primeras. Antes de que cualquier otro jugador acertase a moverse, aterrizó con un leve «¡gloing!» en la punta de la bota de Trev Probable…