Naird

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En fin, por lo menos viste el fútbol. ¿Te gustó? A Huebo se le animaron las facciones. —Sí. Fue maravilloso. El ruido, el gentío, los cánticos… ¡Oh, los cánticos! ¡Se convierten en una segunda sangre! ¡El unísono! ¡No estar solo! ¡Ser no solo uno sino uno y todos, con una sola idea y un solo propósito…! Perdone. —Le había visto la cara.
El atlético invisible
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