Pero todos han huido —dijo Huebo—, por lo que soy. —Bueno, ya sabes, son gente corriente —le recordó Glenda—. Son… —Imbéciles —concluyó Trev. Huebo se volvió y avanzó por el pasillo opuesto, apartando a patadas los restos de madera y cadena. —Pero el mundo está lleno de gente corriente.