¿Ha leído lo de que no se permitía a los jugadores usar las manos, señor? ¿Y que el sumo sacerdote salía al terreno de juego para garantizar el cumplimiento de las reglas? —No le veo mucho futuro a eso hoy en día —dijo el catedrático de Runas Recientes. —Iba armado con una daga envenenada, señor —explicó Ponder. —¿Ah? Bueno, eso debe de animar los partidos, por lo menos, ¿eh, Mustrum? ¿Mustrum? —¿Qué? Ah, sí. Sí. Da que pensar, desde luego. Ya lo creo que sí. Un hombre, al mando… El espectador que mejor ve el juego… el jugador, en realidad… Entonces, ¿qué jugada me he perdido?