¿Alguna pregunta? —Se alzó una mano. Ridcully buscó la cara aneja. —Ah, Rincewind —dijo, y como no era un hombre decididamente desagradable, se corrigió—. Profesor Rincewind, quiero decir. —Pido permiso para ir a buscar una nota de mi madre, señor. Ridcully suspiró. —Rincewind, una vez me informó, para mi eterna perplejidad, de que no conoció usted a su madre porque esta se fue corriendo antes de que usted naciera. Recuerdo con total claridad haberlo anotado en mi diario. ¿Quiere otro intento? —¿Permiso para ir a buscar a mi madre?