Tenemos que dedicarnos a no hacer cosas por los cientos de veces que ha quedado claro en el pasado que, una vez se pasa del «abracadabra, pata de cabra, he convertido las palomas en pelotas de ping-pong», se empiezan a provocar más problemas de los que se resuelven. Ya fue bastante malo encontrar pelotas de ping-pong anidando en los desvanes. —¿Pelotas de ping-pong anidando? —dijo Trev. —No quiero hablar de ello —dijo Ponder con tono lúgubre.