Juliet se lo había explicado por el camino, aunque, por supuesto, ella no usó la palabra «metafóricamente», que se escapaba de su repertorio por varias sílabas. Había hachas de batalla y martillos de guerra, pero todo con ese cierto toque femenino: un hacha, con aspecto de poder hendir una columna vertebral de punta a punta, presentaba un bello grabado de flores.