Me dijo que era un trasgo, señor Huebo. Me dijo que era un trasgo. —Estaba mal informado —replicó Huebo—. Sé que soy un orco. Creo que siempre he sabido que era un orco. He abierto la puerta, he leído el libro y sé la verdad de mi alma, y soy un orco, y por algún motivo soy un orco con unas ganas atroces de fumarse un puro.