Y ahora, lo repito: escojan los equipos de forma alternada. —Se quitó el sombrero y lo lanzó al suelo—. ¡Venga, eso lo entendemos todos! ¡Es cosa de chicos! ¡Es como las niñas pequeñas y el color rosa! ¡Saben cómo hacerlo! Escojan los equipos por turnos de tal modo que uno acabe con el chico raro y el otro con el gordo. Algunas de las proezas matemáticas más rápidas de todos los tiempos han sido obra de capitanes de equipo que intentaban no acabar con el raro… ¡Quédese donde está, Rincewind!