Naird

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este hombre pequeño nació con un nombre tan terrorífico que unos campesinos lo encadenaron a un yunque porque les daba miedo matarlo. Quizá Vetinari y sus amigos tienen razón, con toda su suficiencia, y un leopardo puede cambiar de pantalones. Eso espero, porque si no, a un leopardo se lo comía con patatas. Y por si fuera poco, en cualquier momento llegará el decano, maldita sea su estampa traidora.
El atlético invisible
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