Naird

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¿Y para qué demonios ha venido aquí? —Quiere trabajar con los mejores, señor —respondió Ponder—. Creo que lo dice en serio. —¿De verdad? Ah, bueno, parece un tipo sensato, entonces. Esto, ¿el asunto del divorcio? —No sé gran cosa, señor, lo acallaron, me parece. —¿Un marido furioso? —Una esposa furiosa, he oído —dijo Ponder. —Ah, estaba casado, entonces. —No que yo sepa, archicanciller. —Me parece que no acabo de entenderlo —dijo Ridcully. Ponder, que no estaba ni mucho menos a sus anchas en este ámbito, añadió muy despacio: —Era la esposa de otro hombre… ejem, me parece, señor.
El atlético invisible
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