Este es Pepe —dijo Madame. —Bueno, pues si va a tomarse esas libertades espero que sea una mujer —dijo Glenda. —Pepe es… Pepe —replicó Madame con calma—. Y nadie puede cambiarlo, por así decirlo, o cambiarla. Qué inventos tan inútiles son las etiquetas, creo yo.