Al contrario de lo que suele creerse, la mayoría de los herreros son más fibrosos que corpulentos. Todo es cuestión de tendones, más que de músculos. —¿Y sabe manejarse cerca de un yunque? —Le sorprendería, señor. —Hay herraduras en la forja —dijo el hombre—. Tendrá que ajustar una de talla. —Sé cómo hacerlo —aseguró Huebo—. Señor Trev, me complacería que viniera conmigo y me ayudase con el fuelle.