More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
…El que pierde su vida por causa de mí, la hallará» (Mateo 10:39). En otras palabras, es mejor perder tu vida que desperdiciarla. Si vives con gozo para hacer que otros encuentren gozo en Dios, tu vida será dura, tus riesgos serán altos, y tu gozo será pleno.
Solo una vida, y muy rápido pasará. Solo lo que hagamos por Cristo quedará.
Desperdiciamos nuestras vidas cuando no oramos, ni pensamos, ni soñamos, ni planificamos ni trabajamos para magnificar a Dios en todas las esferas de la vida. Dios nos creó para esto: vivir nuestras vidas de modo que hagan que se vea más la grandeza, la belleza y el infinito valor que Él tiene en realidad.
Si a las personas no les señalamos a Dios para su gozo eterno, no las amamos. Estamos desperdiciando nuestra vida.
Él es más glorificado en nosotros cuando más satisfechos nos sentimos en Él.
Dios nos llama a orar, pensar, soñar, planificar y trabajar no para que nos exaltemos, sino para que lo exaltemos a Él en cada esfera de nuestra vida.
Desperdiciamos nuestra vida si no aceptamos la gloria de la cruz, si no la atesoramos, si no la ponemos en el lugar del más alto precio por todo placer y del mayor consuelo en los momentos de dolor.
No se necesita saber muchas cosas para que nuestra vida deje una huella perdurable en el mundo. Pero sí debemos saber unas pocas cosas que importan, quizá una sola, y estar dispuestos a vivir y morir por ella.
Por eso también la vida saturada de la cruz, centrada en la cruz, regocijada en la cruz, es la vida que glorifica a Dios, la única vida que glorifica a Dios. Todas las demás son desperdiciadas.
precio de la gracia: el seguimiento. Lo
Lo que amamos determinará aquello por lo cual nos avergonzamos.
cada día muero» (1 Corintios 15:31). Jesús dijo: «…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23). La vida cristiana cada día es muerte cristiana cada día. Me refiero a morir a la comodidad, la seguridad, la reputación, la salud, la familia, los amigos, las riquezas y la patria. Todo esto puede sernos quitado en cualquier momento del camino de la obediencia a Cristo.
Somos criaturas caídas que amamos la comodidad.
¿Y qué hay de ti? ¿Estás atrapado en el encantamiento de la seguridad, paralizado, sin arriesgarte por la causa de Dios? ¿O has sido liberado por el poder del Espíritu Santo del espejismo de la seguridad y la comodidad de Egipto? ¿Alguna vez dices como Joab: «…esforcémonos por nuestro pueblo… Y haga Jehová lo que bien le pareciere»? ¿O como Ester: «¡Y si perezco, que perezca!»?
«Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo» (Efesios 4:32, NVI).
Al buscar gozosamente que otros se gocen en Dios, aunque nos cueste la vida, los amamos y honramos a Dios. Esto es lo opuesto a una vida desperdiciada.
«No es que intentemos imponerles la fe, sino que deseamos contribuir a la alegría de ustedes, pues por la fe se mantienen firmes» (2 Corintios 1:24, NVI). Les dijo a los de la iglesia de Filipos que el motivo por el que Dios le permitía vivir era «…contribuir a su jubiloso avance en la fe» (Filipenses 1:25, NVI). Jesús dijo que sus propias palabras eran el medio que Dios utilizaría para dar gozo a sus discípulos: «Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa» (Juan 15:11, NVI
«Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa» (Juan 16:24, NVI).
. Incluyo la transformación de nuestra mente llamada arrepentimiento, que nos aleja del pecado y nos acerca a Dios en busca de ayuda (2 Timoteo 2:25; Hechos 3:19; 26:20).
«Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán» (Salmos 63:3).
«…Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes» (1 Pedro 3:15, NVI).
Comienzo a llamar «hogar» a la tierra. Y casi sin darme cuenta, llamo «necesidades» a los lujos en los que gasto mi dinero, del mismo modo en que lo hacen los no creyentes. Y entonces olvido la lucha. No pienso en las personas que perecen. Las misiones, los pueblos lejanos, desaparecen de mi mente. Dejo de soñar en el triunfo de la gracia. Me hundo en el pensamiento secular que primero ve lo que puede hacer el hombre, no Dios. Es una enfermedad terrible. Y le agradezco al Señor por poner en mi camino personas que me obligan una y otra vez a recordar la lucha.
Hay un viejo refrán: «Nadie se lamenta en su lecho de muerte diciendo: “Ojalá hubiera pasado más tiempo en la oficina”».
La televisión es en nuestra era moderna el mejor instrumento para desperdiciar vidas.
Tan solo la publicidad siembra fértiles semillas de codicia y lujuria, sin importar qué programa estemos viendo. El problema mayor es la banalidad. Una mente alimentada a diario con la televisión se atrofia.
Comunidades de cristianos que trabajaran solamente con cristianos y vivieran entre ellos no lograrían el propósito de Dios para el mundo.
Todas nuestras facultades para ver, oír y tocar, toda capacidad motora en nuestras manos y piernas, todos nuestros actos mentales de observar, organizar y evaluar, y todo lo que somos capaces de hacer y que nos permite desarrollar nuestra actividad en nuestro empleo, son dones de Dios.
«Mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios» (Salmos 31:14). O
«Tu firme amor jamás cesa; tu misericordia jamás acaba; se renueva cada mañana ¡y cada tarde!; ¡grande es tu fidelidad!» (véase Lamentaciones 3:22-23).
«Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos» (Salmos 32:8).
Cuando Dios nos encomienda trabajar como reflejos de su imagen, nuestras zanjas deben ser derechas, nuestras cañerías no deben gotear, las esquinas de nuestros armarios deben estar limpias, nuestras incisiones quirúrgicas deben ser prolijas, nuestra redacción, atractiva y exacta, nuestras comidas, nutritivas y apetitosas, porque Dios es un Dios de orden, belleza y competencia.
Dios no nos creó para que estemos ociosos.
La ociosidad no germina en un suelo que está compuesto por la comunión con Dios.
Por eso, la ociosidad (cuando se tiene la capacidad de trabajar) causa opresión, culpa y futilidad.
Pensar que nuestro trabajo glorificará a Dios cuando las personas no saben que somos cristianos es como admirar una buena y efectiva propaganda en la televisión sin saber qué producto es el que anuncia. Las personas se sentirán impresionadas, pero no sabrán qué comprar.
Las personas capaces de trabajar que eligen vivir ociosas y comer del fruto del sudor de otros están en contra del designio de Dios. Si podemos trabajar, debemos ganar nuestro propio sustento.
Los cristianos improductivos, sin objetivos, contradicen al Dios misericordioso, poderoso, creativo y con propósito a quien amamos. Desperdician sus vidas.
Si sientes compasión por los que perecen y pasión por la reputación de Cristo, te importarán las misiones mundiales. Una
La mayoría de nosotros somos etnocéntricos, estrechos, y muchas veces racistas y egocéntricos en nuestra vida. Apenas
Las misiones existen porque no hay adoración.
Somos hipócritas si fingimos entusiasmo por las misiones en el extranjero y no somos misericordiosos en casa.
No es auténtico presumir que enviamos lo que no tenemos. Y tampoco es legítimo tener un tesoro y no enviarlo.
La fama, el placer y la riqueza son solo cenizas comparados con el infinito y perdurable gozo de trabajar con Dios para el cumplimiento de su plan eterno.
Dios a menudo despierta el deseo y da dones, y abre puertas cuando oramos y tenemos en cuenta posibilidades reales y necesidades reales.
Pero si queremos estar plenamente satisfechos en Dios como triunfador en la historia de la redención, no podemos continuar haciendo lo de siempre: trabajar, ganar dinero, dar el diezmo, comer, dormir, jugar, ir a la iglesia.
Pero si el descontento con tu situación presente es profundo, persistente y recurrente, y si este descontento crece en un suelo saturado por la Biblia, quizá Dios te esté llamando a una nueva tarea. Si
¿Es este el modo más estratégico de invertir mi vida por el bien del propósito de Dios, de hacer que las naciones se gocen en Él?
«Existimos para esparcir la pasión por la supremacía de Dios en todas las cosas para gozo de todos los pueblos a través de Jesucristo». Así que me pregunto: ¿Cumplo esta misión mejor en el puesto que hoy ocupo? ¿Podré decir cuando el Señor me llame a rendir cuentas de mi ministerio en el último
Me apena, Señor, el hecho de expresarlo con palabras, pero lo digo avergonzado: tu amor ya no significa que hagamos lo que debemos hacer para que tú seas nuestro gozo. Ahora significa que hacemos lo que debemos hacer para sentir nuestro propio valor.
Oh Padre, otorga a tu iglesia que ame tu gloria más que el oro, que rompa su relación amorosa con la seguridad y la comodidad. Otórganos que busquemos primero el reino y dejemos que lo demás venga por añadidura. Concédenos que vayamos hacia la necesidad, no hacia la comodidad. Permite que el firme objetivo de nuestra seguridad en Cristo nos libere para arriesgar nuestros hogares, nuestra salud y nuestro dinero en la tierra.

