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Siempre quise escribir, lo intenté desde muy pronto, pero sólo más tarde encontré las palabras. H
uno de mis números se titula: la partida y la llegada, una larga (casi demasiado) pantomima, en la cual el espectador acaba confundiendo la llegada con la partida;
El silencio es un arma eficaz;
claro latir me pareció el de un corazón infinitamente ancho, y en ese momento me gustaba más que el bramido del mar, más que el ulular del huracán y que el rugido del león.
«estos viejos verdes no se dejan turbar ni por la conciencia ni por los recuerdos.
«Una dama no despide ninguna clase de olor».
Quería recobrar a Marie y había comenzado a luchar, a mi manera, sólo por mor de aquello que en los libros de ella se designa como «concupiscencia carnal».
ha confundido el ser fanático con el ser consecuente.
«Joven, tú acabarás mal si no dejas de pensar. Si yo tuviese valor y creyese aún que se puede crear algo en este mundo, ¿sabes tú lo que haría yo?».
De los compositores clásicos son Chopin y Schubert los que más me gustan. Ya sé que nuestro profesor de música tenía razón al calificar a Mozart de celestial, a Beethoven de sublime, a Gluck de único y a Bach de grandioso; lo sé. Bach me hace siempre el efecto de un tratado de teología en treinta tomos, que me deja abrumado. Pero Schubert y Chopin son tan terrenales como pueda serlo yo.
Era aburrido, y parecía firmemente decidido a vivir definitivamente de las rentas de su sensacional hazaña; haberse convertido y ser socialista; sonreía, estaba risueño, y sus ojos algo prominentes parecían decir constantemente: ¡Miradme, soy yo! No me pareció mala persona.
«Me gustaría que viviéramos en la Edad Media», dije, «entonces se me permitiría tenerla de concubina y ella no estaría aprisionada sin cesar por las tenazas de la conciencia. Pero volverá».
Ahora todos los seglares católicos apelan a su pobre conciencia, y la empujan a la fornicación y el adulterio sólo por un estúpido pedazo de papel.
Yo creo que nadie en el mundo comprende a un payaso, ni siquiera otro payaso, porque siempre entran en juego la envidia o la rivalidad.
las putas. Existe aún otra categoría de mujeres, ni prostitutas ni esposas: las mujeres compasivas,
cuando la compasión sería lo único humano.
No comprendo la moralidad americana. Pienso que allí quemarían viva por bruja a una mujer compasiva, una mujer que no se acostara por dinero ni por pasión por los hombres, sino sólo por compasión de la naturaleza masculina.
Me aburro de mí mismo.
Bañarse es casi tan bueno como dormir, y dormir es casi tan bueno como hacer «la cosa».
Mi sistema nervioso vegetativo no soporta ciertas formas de afectación. ¡Que lo existente existe y que lo figurante figura!
Para el público lo más deprimente es un payaso que inspira lástima.
«Entiendo lo suficiente para ver que ustedes, los católicos, ante un no creyente como yo son tan inflexibles como los judíos frente a los cristianos, o los cristianos frente a los paganos. No oigo más que hablar de ley y de teología, y lo único que se discute es no sé qué documento que el Estado, el Estado precisamente, se encarga de extender.»
«También usted puede amar a una mujer sin vivir con ella.»
Pero casi todos los católicos cultos tienen este rasgo de ordinariez: se refugian tras la muralla de sus dogmas y bombardean el mundo con principios dogmáticos, pero cuando se le confronta seriamente con sus «inquebrantables verdades», se sonríen y apelan a la «naturaleza humana».
«Mi conciencia me obliga a repudiarte».
El sempiterno amor.
me gusta ver a mi alrededor mujeres bonitas,
la compasión no se puede exigir.
Todo lo que ella aportó a la conversación consistió en dos expresiones «ah, qué bien» y «ah, qué horrible».
Ciertamente saben todos que un payaso debe ser melancólico, para ser un buen payaso, pero que para él la melancolía es una cosa muy seria,
Pensé en las incontables muchachas bonitas cuyo destino era hacerlo, sin tener ganas, o bien por dinero con tipos como Kalick o gratis con su marido.
ha casado con ella para «salvarla», y ella con él para «salvarle»,
Estaría contento si Monika Silvs me invitase a tomar café, no porque se tratase de Monika Silvs, sino por el café gratis.
Mejor confiar en un payaso ateo, que te despierta temprano para que llegues puntualmente a misa,
A los ricos les regalan más cosas que a los pobres,
«Soy un payaso», dije, «y colecciono momentos.
Me sentí a punto de echar a llorar, pero el maquillaje me lo impedía.