Las tropas, obligadas a marchar de noche hacia sus zonas de concentración en la Eifel, debían alojarse durante el día en los pueblos y ciudades del camino, y todos sus vehículos eran escondidos en graneros. No debían encenderse fuegos ni podía hacerse movimiento alguno a la luz del día, por si los estadounidenses efectuaban vuelos de reconocimiento. Para cocinar se suministraba carbón porque hacía poco humo. A los oficiales alemanes les asombraba que los vuelos de reconocimiento aliados no descubrieran que los pueblos y los bosques estaban «llenos a rebosar».23 Casi esperaban que en cualquier
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