La noche del 21 de julio de 1969, Michel pudo seguir en directo los primeros pasos del hombre sobre la Luna. Seiscientos millones de telespectadores repartidos por la superficie del planeta asistieron al espectáculo al mismo tiempo que él. Las pocas horas que duró la retransmisión fueron probablemente el punto culminante del primer período del sueño tecnológico occidental.