No sabía muy bien cómo tratar a su hijo. Le tenía cierto cariño, a condición de que no le robara demasiado tiempo; se sentía culpable. Los fines de semana que tenía a Bruno en casa, solía abstenerse de recibir a sus amantes. Compraba platos preparados, cenaban los dos juntos; luego miraban la televisión. No sabía jugar a ningún juego.