–Quiero tener un hijo tuyo. Necesito a alguien a mi lado. No tendrás que educarlo, ni cuidarlo, ni tampoco tendrás que reconocerlo. Ni siquiera te pido que le quieras, ni que me quieras; pero déjame tener un hijo tuyo. Sé que tengo cuarenta años: peor para mí, voy a correr el riesgo. Es mi última oportunidad. A veces me arrepiento de haber abortado. Pero el primer hombre que me dejó embarazada era una basura, y el segundo un irresponsable; a los diecisiete años no podía imaginar que la vida fuera tan limitada, que hubiera tan pocas posibilidades.