Muchos años después, Bruno se dio cuenta de que el universo pequeñoburgués, el universo de los empleados y los ejecutivos de nivel medio, era más tolerante, acogedor y abierto que el universo de los jóvenes marginales cuyos representantes eran, en aquella época, los hippies. «Si me disfrazo de ejecutivo respetable, me aceptan», solía decir Bruno. «Basta con que me compre un traje, una corbata y una camisa, 800 francos por todo en las rebajas de C&A; prácticamente basta con que aprenda a hacerme el nudo de la corbata. Cierto que el coche es un problema; en el fondo, es la única dificultad del
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