Hidalgo no era un republicano o un liberal en potencia. No tenía proyectos políticos de alternativa claros a los cuales asirse. Era un criollo educado en la monarquía, atrapado en ella, aunque recelara del tiránico y despótico gobierno español, que históricamente había «tenido esclavizada a la América por trescientos años … [y] calificado a los americanos de indignos de toda distinción y honor». Atrapado en la tensión entre pasado y futuro, Hidalgo quería las dos cosas –monarquía y libertad– y al entrever que las dos cosas podían ser excluyentes se abandonó a la «pompa regia», vivió con
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