¿y cómo hemos amanecido hoy? —Más o menos bien —dijo López, pensando todavía en los sueños que le habían dejado un gusto amargo en la boca—. ¿Y usted? —Ping-pong —dijo Paula. —¿Ping-pong? —Sí. Yo le pregunto cómo está, usted me contesta y luego me pregunta cómo estoy. Yo le contesto: Muy bien, Jamaica John, muy bien a pesar de todo. El ping-pong social, siempre deliciosamente idiota como los bises en los conciertos, las tarjetas de felicitación y unos tres millones de cosas más. La deliciosa vaselina que mantiene tan bien lubricadas las ruedas de las máquinas del mundo, como decía Spinoza.

