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Heidi *Bookwyrm Babe, Voyeur of Covers, Caresser of Spines, Unashamed Smut Slut, the Always Sleepy Wyrm of the Stacks, and Drinker of Tea and Wine*
Kindle Notes & Highlights
Contaba con la certeza de que todas las promesas que le había hecho la vida se hacían o se harían realidad en relación con el trabajo y el esfuerzo invertidos. Sólo el potencial era gratis en la vida.
En esa era de maravillas, las posibilidades se antojaban infinitas: el modernísimo ferrocarril acortaba las distancias y movía productos y gente en grandes cantidades. Los barcos de vapor permitían cruzar el Atlántico hacia Europa en unas cuantas semanas. El telégrafo le permitía a una persona enterarse a gran distancia y el mismo día sobre el nacimiento o la defunción de un familiar, o concretar con rapidez algún negocio que antes habría tardado meses en llevarse a cabo. El alumbrado eléctrico había abierto una gama entera de actividades nocturnas, y el teléfono, aunque todavía sin ser de uso
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La guerra entre soldados mexicanos enemigos era una tragedia, aunque lo peor era que también alcanzaba a la gente de paz, a aquella que buscaba vivir de su trabajo, en familia, para criar a sus hijos y sus hijas con el simple deseo de verlos llegar a la adultez,
La guerra la hacen los hombres. ¿Qué puede hacer Dios contra ese libre albedrío?
Porque es mentira que una deje la casa de los padres para hacerse en exclusiva de una sola carne con el marido, ya que por más que lo amara —y amaba a Francisco porque él lo merecía—, tal cosa nunca le había ocurrido a Beatriz. En su mundo una se llevaba la casa de los padres adondequiera que fuera: a la escuela, a un viaje al extranjero, al viaje de bodas, a la cama con el esposo, a parir a los hijos, a sentarse cada día a la mesa con ellos para enseñarles la buena postura y los buenos modales,
En su mundo una nunca dejaba a los padres atrás, aunque los padres la dejaran a una.