podemos ver cómo nuestros bosques desaparecen, cómo nuestras fuerzas hidráulicas se desperdician, cómo nuestro suelo es arrastrado hacia el mar por las aguas; y ya está a la vista el final de nuestro carbón y de nuestro hierro. Pero los grandes desperdicios de esfuerzo humano que se repiten diariamente a través de errores, mala dirección e ineficiencia, y a los cuales se refiere el presidente Roosevelt como una falta de «eficiencia nacional», son menos visibles, menos tangibles y, por ello, muy vagamente apreciados.
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