Palomaleca

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La llanura se teñía a trozos de amarillos y ocres, de grises de pies de elefante, de rojos de ladrillo viejo, de blancos polvorientos, muy raramente de verde. En estos campos inmensos de soledad yo no quería gritar ni llorar: se sentía uno demasiado pequeño.
La forja de un rebelde
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