Palomaleca

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Una muchacha con un delantalito blanco, una faldita negra corta y medias de seda, tan bonita como la doncella de una comedia, estaba ordenando los anaqueles del escaparate de una panadería: bollitos y barras, cruasanes y bizcochos, panes grandes de pan blanco sobre bandejas de madera color oro tostado, como si también las hubieran dorado al horno. El aire llevaba hacia mí la fragancia del pan fresco y caliente, como el olor de una mujer empapada de sol.
La forja de un rebelde
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