—Pero tú serás un hombre —me dice. No sé qué tiene su frase de misterio, de figuras calladas, de casita, de padres y madres; de niños, de mujer. Algo que no es esto, la celda numerada con el patio por horizonte. Alguien que no es él con su sotana. Siento su envidia hacia mí, por algo que aún yo no sé. Salgo del colegio, triste por él y por mí, y en muchos domingos no vuelvo.




