—Lo siento que sea otra granujada. ¿Sabéis que nuestra vieja buhardilla, que yo pagaba nueve pesetas, vale ahora veinticinco? Ya os he dicho que de los generales nunca sale nada bueno. Se quedó pensativa y agregó: —Si al menos este hombre terminara la guerra en Marruecos… pero, ¿cómo puede un general terminar guerras?

