Palomaleca

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Una semana antes de abandonar Barcelona y España, nos casamos legalmente ante un cáustico juez catalán que, en lugar de una plática, nos dijo: —Uno de ustedes es una viuda, el otro un divorciado. ¿Qué les puedo decir yo que no sepan ustedes mejor? Ustedes saben a fondo lo que hacen. ¡Buena suerte!
La forja de un rebelde
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