Mientras los feriantes montaban los caballitos del tiovivo, el Gobierno había decretado el estado de alerta. Los obreros de la construcción afiliados a la CNT se declararon espontáneamente en huelga, y algunos miembros de la UGT que pretendieron seguir trabajando fueron agredidos. El Gobierno cerró todos los locales de los grupos de derecha, sin distinción, y arrestó a cientos de personas pertenecientes a ellos. Cerró también los ateneos libertarios y arrestó asimismo a cientos de sus miembros. Era claro que trataba de evitar un conflicto.

