—Cuando seamos tan viejos como ellos, podríamos ser lo mismo. Sería bonito. Tú de todas maneras te convertirías en un viejo flaco y yo voy a hacer todo lo posible por convertirme en una viejecilla pequeña y arrugadita. Nos iremos de paseo por las tardes a un jardín, y nos calentaremos al sol, contándonos historias de los viejos tiempos y las cosas horribles que pasaron cuando éramos jóvenes.




