Palomaleca

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Indudablemente estaba bajo la impresión de lo que había visto aquella misma noche en el barrio de Lavapiés. Había visto la masa de prostitutas, ladrones, chulos y pistoleros en un frenesí desatado. No era aquélla la masa que había asaltado el Cuartel de la Montaña, simples cuerpos humanos con un espíritu de lucha, desnudos contra las ametralladoras. Esto era la espuma de la ciudad. No lucharían, ni llevarían a cabo ninguna revolución. Lo único que harían sería robar, destruir y matar por puro placer. Tenía que encontrar a mi pueblo.
La forja de un rebelde
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