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Sor Edgar dejó de pegar a las niñas cuando cambió el vecindario y los rostros de sus alumnas se hicieron más oscuros. Toda la furia justiciera le desapareció del alma. ¿Cómo iba a pegarle a una niña que no era como ella?
Sabiendo que no vales nada, lo único que puede gratificarte la vanidad es apostar contra la muerte.
Habíamos concluido que la enfermedad no era lo suficientemente conocida como para que le hubieran puesto nombre. Y si no tenía nombre, decíamos, parafraseando una proposición de la lógica, tampoco tenía tratamiento.
Era característico de su enfermedad neurológica, pensábamos, considerar desplazables a los demás, y ello parecía interesante, parecía incluido en la asignatura, desplazabilidad, una de las funciones de la verdad