«Aquel que no ha visto El Cairo, no ha visto el mundo; su tierra es oro, su Nilo es un milagro; sus mujeres son como las huríes de ojos negros del Paraíso; sus casas son palacios y su aire es suave y con más olor que el sándalo; regocija el corazón. ¿Y de qué otra manera podría ser, si El Cairo es la madre del mundo?».