Al más allá se accede gracias a la riqueza y al conocimiento de fórmulas, interrogatorios, alimentos, regalos y embalsamamientos. Los campesinos y los siervos, las clases inferiores, no podían aspirar a la inmortalidad (como en los países cristianos de hoy se niega esta posibilidad, por ejemplo, a los terneros o a los perros) y de alguna manera estaban por debajo incluso de algunos animales sagrados que eran momificados y que sobrevivían a la muerte.